martes, 5 de julio de 2011

Me toca tirar.

El ruido del avión y el mundo se perdió.
Y todas las miradas se centraron en mi voz.
Sabía qué decir, aunque ...
lo dijeras al revés, yo estaría sin dormir
y las líneas de mi mano seguirían sin decir
que no se me pasó, sólo fue que olvidé
que una parte en las cosas es pura y la otra sufrió
una especie de crisis de angustia que la devolvió
sin querer dar la vuelta.

Dije sí, lo noté, como todas las cosas se vuelven de plata,
y la luz se apagó, encendiendo a su vez una estrella
que indica el lugar donde pierdes el sueño.
Y logré que esta vez,
los fantasmas pagaran la cuenta y yo tiro otra vez.
Y ahora, yo sé lo que tengo que hacer:
conseguir otro par de zapatos.

De cuero y de cordón, de lágrimas y pan,
con todas las canciones que nunca llegué a tocar.
Donde se durmió, esa voz, ese lugar,
se hace oír, aunque no llegó a sonar.
Y las palabras no surgieron en el viento.

Y es verdad que una vez
yo también intenté conseguir lo que tú
y me encontré rodeado de gente que no conocía
y todos sabían mi nombre.
Mi nombre es ... ese que tú me has dado.
Mi nombre es ... ese que llama por ti.
Tu nombre es ese que guarda mil horas.

Y es verdad, que esta vez
los fantasmas pagaron la cuenta y yo tiro otra vez.
Y ahora yo sé lo que tengo que hacer:
conseguirme otro par de zapatos.

El ruido del avión ...

Iván Ferreiro


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